La mano favorecedora del Señor
Leer | PROVERBIOS 8
Humanamente, nos resulta imposible pensar que el Señor Jesús
necesitara mejorar o crecer en alguna forma, pero la Palabra de Dios nos dice
que Él “crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los
hombres” (Lc 2.52). Como Dios, Él era perfecto y lo tenía todo, pero como ser
humano tenía que crecer en sabiduría y en gracia. Y nosotros también.
Cuando nos convertimos en hijos de Dios al poner nuestra fe
en Jesucristo, somos aceptados totalmente y muy amados, más allá de nuestro
proceder. No es posible que el Señor nos ame más algunas veces que otras,
porque Él es amor (1 Jn 4.16) y no puede dejar de amar.
Pero cuando hablamos del favor de Dios, entonces hablamos de
algo diferente: pues éste puede ser dado o quitado por nuestro Padre celestial.
La responsabilidad del creyente es elegir el camino que le conduzca al favor de
Dios, de acuerdo con las pautas establecidas en la Biblia.
Algunos de los caminos deseados por el Señor están descritos
específicamente en Proverbios 8, en el que la sabiduría aparece personificada:
ella está clamando en las calles e invitando a los hombres a venir a Dios.
Termina su discurso diciendo: “Quien me encuentra, halla la vida y recibe el
favor del SEÑOR” (V. 35 NVI).
De este pasaje aprendemos que alcanzar la sabiduría y el
favor de Dios es un proceso que requiere varios pasos. Primero, debemos
escuchar y guardar los caminos de la sabiduría. Luego se nos aconseja que
atendamos la instrucción y que no la menospreciemos. Por último, se nos exhorta
a velar cada día y aguardar en sus puertas (vv. 32-34). Dios se complace cuando
sus hijos actúan con sabiduría.
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