El servicio que honra a Dios
Leer | 2 TIMOTEO 2.4, 16-25
En la segunda carta de Pablo a Timoteo, el apóstol le ofrece
útiles instrucciones que se aplican a todos los cristianos. Esa epístola es un
precioso compendio de lecciones de vida que Pablo había aprendido en su
servicio al Señor.
El apóstol sabía que, aunque habían personas que estaban
sirviendo al Señor por amor, otras estaban predicando a Cristo “por envidia y
contienda”, en vez de hacerlo por motivos puros (Fil 1.15, 17). En cuanto a sí
mismo, Pablo dice que desde el comienzo de su vida cristiana, había estado
sirviendo al Señor con limpia conciencia (2 Ti 1.3).
Después, al comunicarle algunas directrices en cuanto al
servicio que agrada a Dios, le dice a Timoteo: “Ninguno que milita se enreda en
los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”
(2.4).
Hay, sin duda, cientos de maneras de “enredarse”, pero Pablo
le da un ejemplo específico. En el v. 14, le advierte en cuanto a la discusión
entre los miembros de la iglesia, pues eso puede llevar a la perdición. También
le advierte a Timoteo que evite “profanas y vanas palabrerías” (v. 6), y lo
exhorta a desechar “las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran
contiendas” (v. 23). Pablo resume la idea en el versículo siguiente, diciendo
que “el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos,
apto para enseñar, sufrido”.
¡Con qué rapidez el servicio a Dios se convierte en un
debate! A veces, pensamos que la única manera de corregir a alguien de un error
es por medio de una fuerte discusión, cuando en realidad, se puede lograr con
mansedumbre (v. 25).
By pastor Charles Stanley
By pastor Charles Stanley
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