Páginas

martes, 4 de junio de 2013

Junio - 03 - 2013 Cuando nos sentimos frustrados

Cuando nos sintamos frustrados



Comúnmente achacamos a circunstancias externas nuestros sentimientos de frustración. Pero las circunstancias, por lo general, sacan a la luz lo que hay dentro de nosotros. Por eso, cuando nos ponemos de mal genio o nos inquietamos fácilmente, debemos examinar nuestro corazón.

Para ello, debemos estar conscientes de dos fuerzas contrarias: los deseos de nuestra carne y la libertad que acompaña a la mano de Dios. Los límites que Él nos ha fijado pueden compararse con la libertad, porque no tienen el propósito de coartar-nos. Por el contrario, la instrucción del Señor nos proporciona paz y dirección. Pero nuestra propensión innata a ejercer nuestra voluntad, puede llevarnos a tomar decisiones imprudentes, y causarnos dificultades y fracasos.

A medida que crezcamos en madurez espiritual, y entendamos que Dios puede eliminar la frustración de nuestras vidas, aprenderemos a valorar su dirección. Es evidente que el apóstol Pablo captó este concepto, porque escribió: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Fil 4.11). El hecho de que Pablo tuvo que aprender a tener contentamiento, da a entender que tuvo lugar un proceso que llevó tiempo.


Nuestro mundo no garantiza contentamiento constante. Por tanto, tenemos que aprender a desarrollar fe en el Señor, a fiarnos de su poder, y a tener confianza en su divina voluntad para nuestras vidas. La frustración se esfuma solamente a la luz de su plan para nuestro futuro (Jer29.11). Eso fue lo que le permitió a Pablo arreglárselas en cualquier situación —es decir, que podemos hacerlo “todo” por medio de Cristo, que nos fortalece (Fil 4.13).

No hay comentarios:

Publicar un comentario