Páginas

viernes, 31 de mayo de 2013

Mayo - 31 - 2013 Cuando nuestra fe vacila

Cuando nuestra fe vacila



La Biblia nos alerta en contra de una fe vacilante. Esta es la actitud de alguien que pasa de sentirse seguro de que Dios responderá una oración, a la simple esperanza de que pudiera ser que lo haga (o llegar al convencimiento de que no lo hará). Por supuesto, como somos humanos, todos experimentamos períodos de duda. Pero lo que la Biblia nos advierte es que no tengamos un estilo de vida de vacilación espiritual.

La vacilación puede tener muchas causas. Por ejemplo, no ver actuando al Señor en una situación. O sentirse intranquilo pensando que confiar en Jesús va en contra del razonamiento humano. O enfocarse en las circunstancias en vez de Dios.

Una persona que es “arrastrada por el viento” (Stg 1.6) puede perder la confianza en el Señor y descubrir que su crecimiento espiritual se ha atrofiado. Tal creyente puede convertirse en alguien de “doble ánimo” (v. 8), porque mientras ora tiende a adelantarse al tiempo del Señor para manipular una situación y lograr el resultado deseado. Si un cristiano presta atención a sus dudas de esta manera, por lo regular tomará decisiones equivocadas. Y luego, después de todas las maniobras, terminará cada vez más insatisfecho con los resultados y sin paz. Y lo que es peor, su fe podrá disminuir.


La vacilación es peligrosa, por lo que los creyentes debemos desarrollar la confianza en el Señor. Jesús dice en Marcos 11.24: “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Lo más cerca que podemos llegar a la fe perfecta en este mundo, es la capacidad de confiar en que lo que pedimos dentro de la voluntad de Dios es como si ya lo hubiéramos recibido.


By pastor Charles Stanley


jueves, 30 de mayo de 2013

Mayo - 30 - 2013 Como avanzar en la adversidad

Cómo avanzar ante la adversidad


Cuando surgen las dificultades, ¿cómo puede usted estar seguro de que está respondiendo de la manera que agrada al Señor? Aquí tiene un acróstico de la palabra adversidad, que le dice los pasos que debe seguir:

Acepte los acontecimientos de su vida como parte de la preparación de Dios.
Decida seguir el modo como Jesús respondía a las pruebas.
Virar a la derecha o a la izquierda no ayudará en nada, sino mantenerse en el camino de la obediencia.
Espere que el Espíritu Santo le ayude a crecer por medio de las dificultades.
Recuerde cómo el Señor le ha ayudado en el pasado.
Su rostro debe ser como un pedernal (Is 50.7) para soportar las pruebas sin desfallecer.
Invierta más tiempo con Dios.
Deposite su confianza en el Señor, especialmente cuando no entienda.
Anhele estar listo para el regreso de nuestro Salvador.
Dedique tiempo para orar.


La adversidad, o bien nos fortalece, o bien nos debilita. Algunas personas endurecen su corazón y se rebelan contra Dios en tiempos de adversidad, pero las que saben cómo responder son ablandadas por los problemas, y quebrantadas. Cuando viene del Señor, el quebrantamiento es algo positivo que nos prepara, equipa, energiza y fortalece como hijos del Rey. Llegaremos a conocer la comunión de los sufrimientos de Jesús y proclamar como Pablo: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co 4.17).


By Pastor: Charles Stanley

miércoles, 29 de mayo de 2013

La santa biblia

Descarga tu biblia:

Reina Valera 1960

Nueva Version Internacional

The King James Version

The New International Version

Mayo - 29 - 2013 Como triunfar en la adversidad

Cómo triunfar ante la adversidad

Leer | JOB 5.7-11

“¿Por qué me está pasando esto a mí?” Cuando estamos consternados, nuestros pensamientos se vuelven confusos, nuestras emociones caóticas y nuestros pasos lentos. La Biblia responde a estas preguntas de “¿por qué?”. Nos dice que vivimos en un mundo caído, lleno de gente pecadora; que hasta los redimidos luchan con el pecado; y que Satanás —el “príncipe de este mundo”— tiene una gran influencia.

Pero hay algo más que conviene considerar: ¿Cómo desea Dios usar nuestra adversidad? Podría ser para captar nuestra atención, pues hemos ignorado sus otras señales. O podría ser para que mantengamos nuestra atención en Él. Cuando los israelitas vivieron en el desierto, debió de haberles parecido una gran prueba que nos les sobrara comida al terminar el día. Pero Dios sabía que si les daba más de lo que necesitaban cada día, la gente dejaría de esperar en Él. Esta “prueba” mantuvo su atención puesta en su Sustentador.


La adversidad puede ser también un recurso para recordarnos el gran amor de Dios por nosotros. Podemos acostumbrarnos tanto a su amor, que no lo apreciamos hasta que tropezamos. Las dificultades pueden ayudarnos a conocer al Señor de una manera más profunda. Para experimentar a Dios como nuestro consuelo, es necesario que haya necesidad de consuelo. Por eso, cuando un obstáculo nos detiene, tenemos tiempo para descubrir los giros equivocados que hemos hecho. Cualquiera que sea la razón del problema por el que esté pasando, sepa que Dios tiene un propósito al permitirlo (Ro 8.28).

martes, 28 de mayo de 2013

Mayo - 28 - 2013 Frente a la adversidad

Frente a la adversidad


Cuando un niño se lastima, nuestro objetivo es que se sienta bien pronto. Quitamos los obstáculos para que, al dar sus primeros pasos, lo haga sin tropezar. Y muchos padres tratan de minimizar la frustración de sus niños en edad escolar, ayudándolos con sus tareas, dando a veces más ayuda de la necesaria. Aunque aliviar el malestar de los niños es comprensible, podemos, sin darnos cuenta, transmitir el mensaje sutil de que los obstáculos y el dolor tienen que ser eliminados a toda costa.

Las dificultades son parte de la vida, y si esperamos lo contrario, estaremos sufriendo desilusiones reiteradamente. Si dejamos que las desilusiones persistan, podemos dar la espalda al Señor. Se puede desperdiciar mucho tiempo tratando de evitar las dificultades, cuando podríamos poner en manos de Dios nuestro futuro. También consumimos energías tratando de salir de nuestras situaciones difíciles, en vez de pedir al Señor que nos diga cómo quiere Él que procedamos. Y lo que es más importante, Dios no ve la adversidad como una tragedia.

Dios ve un valor bienhechor en nuestras pruebas. El sufrimiento y la muerte de Jesús en la cruz confirman la poderosa obra que Dios puede lograr por medio de la adversidad. Él usa las dificultades como oportunidades para nuestro crecimiento espiritual.


Ninguno de nosotros disfruta de los problemas, pero en este mundo las amarguras y las dificultades son seguras. Abandonemos nuestra manera de pensar, y pidamos tener la mente de Cristo, quien confió en el modo de obrar del Padre celestial hasta la muerte en la cruz.

lunes, 27 de mayo de 2013

Mayo - 27 - 2013 Nacer de nuevo

Nacer de nuevo

LeerJUAN3.1-8

Nicodemo era miembro del consejo rabínico conocido como el sanedrín. La gente de su época habría dado por hecho que tales credenciales aseguraban que estaba bien espiritualmente. Sin embargo, Jesús le dijo que la única manera de entrar en el reino de Dios era nacer de nuevo.

Muchas personas hoy día son como Nicodemo: religiosas, virtuosas y se comparan con otras personas. Razonan así: “De algún modo, nuestro amoroso, benévolo y maravilloso Dios hará posible que yo vaya a dar al cielo”. Pero esto es absolutamente falso. El Señor Jesús dijo: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Jn 3.7).

Nuestros pecados nos separan de Dios. Ser buenos no puede cerrar la brecha, porque no importa lo bien que tratemos de conducirnos, todos pecamos. Nuestra naturaleza es ser pecadores, y la naturaleza es algo que no podemos cambiar.

El auto-engaño más grande es pensar que podemos portarnos bien y así ser aceptados por Dios. La única manera de ser agradable a Dios es nacer de nuevo, por un acto divino.

Cuando una persona pone su fe en Jesucristo como su Salvador, experimenta una regeneración. En otras palabras, en el momento de la salvación, se convierte en una nueva creación (2 Co 5.17).

Usted puede estar “actuando” bien sirviendo a Dios, leyendo la Biblia, ofrendando y orando. Pero ¿hubo alguna vez un cambio radical en su alma, un momento en que comenzó una relación personal con Dios? ¿Tiene una nueva naturaleza por la obra del Espíritu Santo? Si no puede responder sí a estas preguntas, usted necesita nacer de nuevo.

domingo, 26 de mayo de 2013

Mayo - 26 - 2013 Semilla al que siembra

Semilla al que siembra


Todo lo que tenemos es un regalo de Dios, y cuando compartimos lo que Él nos ha dado, tenemos parte en una bendición aun mayor.

A veces, regalar lo que atesoramos o por lo que hemos trabajado, puede sentirse como un gran sacrificio. Aun cuando queremos ser obedientes al Señor, compartir nuestro tiempo, dinero, recursos o esfuerzo emocional, puede ser un problema debido al costo que esto representa.
Sin embargo, cuando damos algo a Dios, ¿no estamos simplemente devolviendo a Aquel que nos dio los medios para dar? El autor C. S. Lewis compara esta realidad con una niña que le pide dinero a su padre para comprarle un regalo de cumpleaños; el padre es bendecido por el amor que hay detrás de su presente, pero, en realidad, él es quien le dio a ella el dinero para que pudiera dar. “Cada facultad que usted tiene, su poder para pensar o para mover sus extremidades, le ha sido dado por Dios”, escribe Lewis. “Si usted dedicara cada momento de su vida exclusivamente para servir a Dios, no podría darle nada que ya no le pertenece a Él… Cuando un hombre descubre esta verdad, Dios puede realmente trabajar. Es después de esto que comienza la vida verdadera. El hombre está despierto ahora”.
Pablo escribió a los cristianos de Corinto acerca de la iglesia de Macedonia, que ejemplificaba el significado de dar sin reservas. Aunque ellos mismos estaban experimentando tiempos difíciles, encontraban gozo y bendición en vivir con generosidad. Pablo estaba siempre recaudando dinero para ayudar a los creyentes de Jerusalén, y los macedonios, en vez de considerarse a sí mismos demasiado pobres para contribuir, quisieron responder a las necesidades de estos hermanos con los regalos que Dios les había dado. El apóstol quería que los corintios fueran inspirados y motivados por el ejemplo de esa iglesia. Él no estaba tratando de avergonzarlos para que dieran de su abundancia. Más bien, explicó que cada persona debía obedecer deliberadamente la dirección del Espíritu Santo para dar generosamente, y no por presiones externas o compulsión emocional. Pablo quería que entendieran cómo funciona realmente la generosidad para quienes son parte del reino de Dios.
En Marcos 12.41-44, Jesús nos dio una imagen clara de lo que le importa a Él: el valor del regalo no está en su monto. Cualquier líder religioso que estuviera pendiente de las ofrendas en el templo ese día, se habría apresurado a llamar ofrendas “generosas” a las que daban los adherentes ricos. Pero Jesús alabó la humilde ofrenda de una viuda pobre. Mientras que sus dos monedas habrían parecido insignificantes a los demás, Él vio que ella había dado todo lo que tenía. ¿Estaba Jesús elogiándola por su martirio, al dar sus medios de supervivencia por devoción? No lo creo. Esta viuda, obviamente no veía al dinero como su fuente de provisión; todo lo que ella tenía le pertenecía a Dios. Estaba segura de que si el Señor la impulsó a dar estas monedas que Él le había dado, Dios proveería para sus necesidades de otra manera. Incluso el rey David, quien administró una inmensa riqueza material en sus últimos días, reconoció el mismo principio. En 1 Crónicas 29 oró, diciendo: “¿Quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra” (vv. 14, 15).

sábado, 25 de mayo de 2013

Mayo - 25 - 2013

El Espíritu Santo: Una necesidad

¿Qué tan necesario es el Espíritu Santo para quienes desean tener una vida agradable a Dios? Como respuesta, podemos encontrar un claro ejemplo en la Biblia. Jesús había dicho a sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta su bautismo por el Espíritu (Hch 2.1-4). Este grupo escogido de hombres había convivido con el Señor y escuchado sus enseñanzas por más de tres años; no obstante, Él sabía que no podrían iniciar su trabajo sin el socio divino que Dios había dispuesto para ellos. Lo mismo se cumple en nosotros hoy.

¿Quién es el Espíritu Santo? Es llamado la tercera persona de la Trinidad; los otros dos miembros son Dios Padre y Dios Hijo. Al igual que ellos, Él es plenamente Dios. Algunos cristianos piensan erróneamente que el Espíritu es una fuerza o un poder, pero la Biblia dice que es una persona, alguien a quien podemos llegar a conocer.

Él es también la promesa del Padre. Dios prometió enviar su Espíritu como consolador y ayudador de cada persona de su familia. Llamado el Espíritu de verdad (Jn 14.16, 17), Él se encarga de transformarnos a la imagen de Jesús.


Además, el Espíritu Santo es un regalo para todo cristiano. En el momento de la salvación, Él es enviado a vivir dentro de cada creyente, sellándole como hijo o hija de Dios (Ef 1.13). Nosotros no tenemos que orar para recibirlo, ni hacer nada para conseguirlo. Su presencia es un regalo prometido que nos fue dado por Dios el día de nuestro nacimiento espiritual. Al conocer mejor al Espíritu Santo y escuchar con atención lo que Él dice en la Biblia, usted podrá agradar al Padre (Col 1.10).

viernes, 24 de mayo de 2013

Mayo - 24 - 2013


El cristianismo interesado
Leer | JUAN 6.22-27
Piense en esta pregunta: ¿Qué le interesa más —quién es Jesús, o lo que Él puede hacer para usted? Me temo que muchos de nosotros estamos más preocupados por lo que el Señor pueda darnos, que en saber quién es Él.
Pero esto no es nada nuevo; Jesús tuvo el mismo problema cuando anduvo en la Tierra. Las multitudes lo buscaban, por lo general, por lo que Él podía hacer por ellas. A pesar de que sus necesidades eran legítimas, Cristo conocía lo que les motivaba.
Hay una diferencia muy sutil entre tratar de utilizar interesadamente al Señor para obtener lo que queremos, y venir con humildad a Él con nuestras necesidades y nuestras luchas. Algunos de los problemas que le traemos son tan opresivos y urgentes en nuestra mente, que nuestro deseo de que Él actué de la manera que queremos es mayor que nuestra disposición de someternos a su voluntad. A veces, lo que llamamos “fe” es, en realidad, un espíritu exigente.
Debemos recordar que nuestras necesidades terrenales llegarán a su fin, pero que Jesucristo permanecerá para siempre. Si nuestras oraciones son solamente para presentar nuestras peticiones al Señor, entonces desaprovecharemos la gran oportunidad de conocer a Aquel con quien pasaremos toda la eternidad. Invirtamos tiempo con el gran Dios que nos creó.
¿Cuánto de su tiempo con Dios está dedicado a sus necesidades? ¿Está buscando conocer más al Señor? Aunque Dios se deleita en nuestras oraciones y nos dice que debemos orar por todo, también quiere que nos acerquemos a Él porque disfrutamos de su compañía.

jueves, 23 de mayo de 2013

Mayo - 23 - 2013

Por qué no entendemos el plan de Dios
El Señor ha dado el Espíritu Santo a sus hijos para enseñarles a conocer su voluntad para sus vidas (Jn 14.26). ¿Por qué, entonces, tenemos dificultades para entender cuál es el plan? Porque…
Tomamos decisiones basadas en las emociones. Cuando nos sentimos presionados, nuestro instinto es alejarnos de la causa del estrés o el dolor. En esos momentos, nuestra necesidad de eliminar las dificultades y la confusión de nuestra vida puede tener prioridad sobre el plan del Señor. Pensamos que no es posible que Él quiera que nos sintamos así, por lo que actuamos con la esperanza de que estamos haciendo su voluntad. Nuestro énfasis está en nosotros mismos, no en los propósitos de Dios.
Nos enfocamos solo en lo inmediato. Muchas veces, venimos al Señor inquietos por lo que nosotros o nuestros seres queridos estamos enfrentando. No vemos cómo puede ser su voluntad tal situación. Nuestro enfoque a corto plazo nos impide ver los propósitos de Dios.
Buscamos superficialmente. En nuestro deseo por obtener una respuesta, podemos tratar de conocer el plan de Dios haciendo cosas como: leer la Biblia, orar, ayunar, servir, adorar y ofrendar. Luego, satisfechos con lo que hemos hecho, presionamos al Señor por una respuesta inmediata, sin dedicarle el tiempo y la quietud que necesitamos para conocer su voluntad (Sal 46.10). Pasar tiempo con nuestro Creador es una necesidad, no un lujo, y escucharle sin distracciones es esencial.
¿Cuánto estudio de la Biblia, oración o tiempo de espera para descubrir la voluntad de Dios? El que sea necesario. ¿Estaremos dispuestos a esperar?

miércoles, 22 de mayo de 2013

100 Canciones cristianas modernas




Mayo-22-2013

Cuando no entendemos el plan de Dios

¿Cómo describiría usted la voluntad de Dios? ¿La llamaría…
Fantasía (“No creo que Dios tenga un plan para áreas específicas de mi vida”)?

Misterio (“Dios tiene un plan, pero es tan difícil de entenderlo”)?
Biografía (“Sé que la Biblia dice quién es Dios y cuáles son sus planes, pero a veces me siento confundido”)?

Veamos algunas de las causas que pueden impedir que entendamos sus planes.

• El manejo incorrecto de la Palabra de Dios. Cuando nuestros días están repletos de compromisos y actividades, nos resulta difícil alimentarnos regularmente de la Biblia. Si no dedicamos suficiente tiempo a la Palabra de Dios, tendemos a olvidar lo que le importa a Él, mezclar las mentiras del mundo con la verdad del Padre, utilizar incorrectamente las Escrituras para reforzar las decisiones que ya hayamos tomado. O bien, rechazarla y hacer las cosas a nuestra manera.


• Escoger consejeros equivocados. A la hora de tomar decisiones, a veces confiamos demasiado en las opiniones de otras personas. Creemos que la manera más fácil y rápida de obtener respuestas, es pedirlas a amigos cristianos o a no creyentes que parecen ser “sabios”. Es decir, utilizamos el estilo de vida de nuestros amigos como una medida para discernir la voluntad de Dios: decidimos que si ellos pueden actuar de una manera determinada, nosotros también podremos hacerlo.
La mejor manera de no errar en cuanto a la voluntad de Dios, es hacer de la Biblia nuestra compañera diaria. Alístese para dedicar tiempo a su lectura, y para escuchar lo que le enseñe el Espíritu Santo sobre la voluntad de Dios para su vida.

martes, 21 de mayo de 2013

Mayo-21-2013

Cómo cultivar una amistad sólida

Las amistades son unos de los tesoros más valiosos. Mantener a nuestro lado amigos de verdad —esos que reirán con nosotros en los tiempos buenos y que se mantendrán a nuestro lado en las pruebas— requiere un compromiso compartido y una inversión de tiempo y energía. Las buenas relaciones florecen con…
Transparencia. Debemos ser sinceros con los amigos y animarlos a ser veraces con nosotros. Para preservar un vínculo fuerte, no podemos ocultar las heridas que pueden habernos causado. La transparencia puede ayudar a que las personas sean mejores. Una relación sólida permite a cada parte señalar con delicadeza los errores en la vida de la otra persona y ofrecer una amorosa rectificación.
Tiempo y comunicación. La amistad genuina requiere tiempo para desarrollarse. Tenemos que estar dispuestos a dejar de lado otras obligaciones y priorizar el pasar tiempo juntos para compartir nuestras opiniones y deseos, y para hacer preguntas que estimulen a nuestros amigos a hablar de lo que hay en sus mentes y corazones.
Gratitud. A todos nos gusta sentirnos apreciados. Expresar gratitud cuando los amigos son útiles, les permite saber que estamos agradecidos de tenerlos en nuestra vida. Además, confirmamos que les amamos cuando les decimos lo mucho que disfrutamos de cierto aspecto de su personalidad, o recordamos una ocasión que es especial para ellos.
Ser un buen amigo es una manera de servir a Dios. Él nos creó para relacionarnos con los demás, y por eso debemos dar lo mejor de nosotros a cada amigo que Él haya puesto en nuestra vida.