Lecciones de un fugitivo
Leer | JONÁS 1.1-17
Se nos dice que el profeta Jonás compró un boleto para huir
a Tarsis en un intento por escapar de la presencia del Señor, y de ese modo
evitar la tarea que Dios le había dado. Es probable que ninguno de nosotros
reservaría un pasaje de avión para ir a un país lejano intentando escapar de la
presencia de Dios. Sin embargo, personas que aman a Dios, algunas veces, tratan
de huir de Él de muchas maneras diferentes, y terminan experimentando miserias
como las de Jonás.
Mientras huía del Señor, el profeta olvidó cosas que todos
debemos recordar. Primero, pensó que huir de Dios le evitaría tener que
obedecer. Probablemente nunca imaginó cuán persistente puede ser el Señor
cuando nos llama a un lugar de destino.
Finalmente, Jonás descubrió que es imposible huir de Dios.
Su amor nos persigue, aun hasta las profundidades del mar para conformarnos a
su voluntad y a su plan para nuestras vidas. Dios simplemente no se verá
impedido por nuestra desobediencia.
Jonás había olvidado también la verdad de que la dirección de
la desobediencia es siempre hacia abajo. La Biblia nos dice que el reacio
profeta descendió inicialmente a Jope. Allí encontró una nave y se introdujo en
el fondo de la misma, y antes de que se diera cuenta estaba en lo profundo del
mar, e incluso había descendido a los cimientos de los montes (Jon 2.6).
Cuando se huye de Dios, no hay lugar donde esconderse, ni
siquiera en el fondo del mar. Toda nuestra vida es siempre visible para el
Señor. Así que, en vez de tratar de huir de su presencia, acéptela con
beneplácito.
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